Para muchos de nosotros, incluyéndome, la obra maestra de Gabriel García Márquez es “Cien años de soledad” o “El amor en tiempos del cólera” pero el propio autor en una entrevista manifiesta que es “El Coronel no tiene quien le escriba” obra publicada en enero de 1957, París, Francia.
En una de sus entrevistas televisivas Gabo nos dijo que su obra maestra fue “El coronel no tiene quien le escriba”
¿De qué trata la obra maestra de Márquez?
Esta obra relata la vida de un coronel que está esperando que llegue su pensión.
Gabo tomó como contexto para esta novela la vida de su propio abuelo con quien se crio y la realidad este estaba pasando por la misma situación. Prácticamente recreó en una historia paralela su realidad.
Argumento del coronel no tiene quien le escriba
El coronel es un veterano de guerra de los mil días que batalló bajo el mando de Aureliano Buendía, personaje que en el futuro utilizará Gabo en la obra “Cien años de soledad” nuestro personaje vive con su esposa, en una casa pequeña y modesta, pasando hambre por la pobreza que tienen esta casa se encuentra cerca de la costa colombiana.
Cuando termina la guerra se dirige a su casa y con ello le prometieron una pensión.
Ya han pasado quince años y aún no le han dado respuesta, el coronel tiene derecho y por eso el va a la oficina de correo a esperar su dinero.
Esto lo lleva a ir todos los viernes a la oficina de correos del puerto, con la fe de recibir la notificación de la pensión por derecho que él tiene.
La situación económica es muy mala, sus alimentos se escasean esto lo lleva a tomar decisiones drásticas, ya que el posee un gallo que lo heredó de su hijo, este hijo llamado Agustín fue asesinado por hacer pública información sensible. Él por memoria de su hijo quiere tener al gallo.
Para poder mantener al gallo de peleas tiene que gastar el poco dinero que tiene para alimentarlo esto lo lleva a vender las pocas pertenencias que poseen el y su esposa, ella por el contrario está en una posición que es mejor vender el gallo.
El coronel intenta regalar el gallo a los amigos de su hijo, pero no lo consige, ellos no aceptan y le ofrecen alimentarlo hasta la temporada de peleas.
Al ver que los amigos no lo quieren conversa con un amigo llamado Sabas, el cual le dice que venda el gallo, este afirma que le pueden dar la cantidad de novecientos pesos, pero que lo venda por cuatrocientos, típico de un oportunista para después revenderlo por la primera cantidad antes mencionada.
Relación con su obra más exitosa
El coronel es un veterano de guerra de los mil días que batalló bajo el mando de Aureliano Buendía
Dato relevante que relaciona la obra «Cien años de soledad» y «El coronel no tiene quien le escriba»
Hasta este punto de la obra el coronel tiene que tomar una decisión pues necesita el dinero para poder sobrevivir, ya que la pensión prometida aún no está en sus manos y están pasando hambre con su esposa.
El coronel decide tomarse el tiempo para pensar si vender o no el gallo a su compadre Don Sebas el cual después lo vendería a otra persona y ganarle así quinientos pesos.
Pasados unos días cuando se dirigía a la oficina de correos para verificar si ya estaba el aviso de su pensión, el coronel hace memoria y recuerda que se acerca la temporada de peleas de gallo, así que, se dirige a la gallera donde entrenan a los gallos y ahí todos los espectadores empiezan ha hacer ovaciones porque ven al gallo de su difunto hijo Agustín, pues este gallo había ganado muchas peleas y era toda una celebridad.
El coronel al ver que podía ganar dinero mediante las peleas ya no tiene o no ve la necesidad de vender su gallo, aunque esto ya se lo habían dicho los amigos de su hijo, pero se motivó al ver las ovaciones en la gallera.
Se lleva el gallo a su casa y su mujer le reclama por su decisión, porque están viviendo en una situación de pobreza bastante duras y ella le pregunta que vamos a comer.
A esto el coronel responde de manera firme y categórica.
— Mierda.
Fragmento final
—Si el gallo gana —dijo la mujer—. Pero si pierde. No se te ha ocurrido que el gallo pueda perder.
—Es un gallo que no puede perder. — Pero suponte que pierda. —Todavía faltan cuarenta y cinco días para empezar a pensar en eso —dijo el coronel. La mujer se desesperó. «Y mientras tanto qué comemos», preguntó, y agarró al coronel por el cuello de franela. Lo sacudió con energía.
—Dime, qué comemos.
El coronel necesitó setenta y cinco años —los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto— para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder:
—Mierda.
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